Dicen que los perros se parecen a sus dueños. Es una afirmación bastante común y no tenemos más que fijarnos en personas que conocemos o que, simplemente, nos cruzamos por la calle para darnos cuenta de que esta tesis se cumple en muchos casos.
Es habitual encontrarse con perros parecidos a sus dueños o también con personas que se parecen a sus mascotas, como se prefiera. Pero, ¿tiene esta premisa algún tipo de base científica?
Perros que se parecen a sus dueños: la personalidad
La personalidad es un concepto que se utiliza para explicar la consistencia de patrones estables de conducta, de afecto, de cognición y de deseo de las personas. Estos patrones pueden ayudarnos a comprender esa idea de que los perros se parecen a sus dueños.
En el caso de los humanos, la personalidad viene definida por los populares “Big Five” de Cattell, que incluyen:
- Neuroticismo (o inestabilidad emocional): tendencia a experimentar emociones negativas como tristeza o ansiedad, así como cambios de humor y pensamientos irracionales
- Extroversión: la tendencia a relacionarse con los demás y mostrar abiertamente los sentimientos
- Apertura a la experiencia: tendencia a exponerse más al cambio, a lo novedoso, y a tomar más riesgos
- Amabilidad: tendencia al comportamiento amable y compasivo.
- Responsabilidad: tendencia a conductas eficientes y organizadas.
Si nos enfocamos ahora en el universo animal, en el caso de los perros, podemos considerar también cinco dimensiones de la personalidad:
- Atrevimiento-timidez: la reacción ante cualquier situación que represente un riesgo potencial.
- Exploración-evitación: la reacción ante situaciones nuevas
- Actividad: las diferencias en el nivel general de actividad, en entornos controlados, seguros y conocidos.
- Sociabilidad: la reacción a la presencia de conespecíficos, es decir, de otros perros.
- Agresividad: las reacciones violentas a determinados estímulos.
Aunque estos dos grupos de cinco dimensiones que nos ayudan a determinar las personalidades de las personas, por un lado, y de los perros, por otro, no son cien por cien coincidentes, sí que tienen similitudes y son asimilables en muchas de sus características, pudiéndose establecer paralelismos con facilidad.
Perros y dueños parecidos: polos opuestos no se atraen tanto
Los propietarios de perro están más satisfechos con su mascota si perciben, por ejemplo, que su nivel de calidez y la de su perro son similares. No es extraño si lo comparamos con estudios acerca del comportamiento humano, que indican que ocurre lo mismo entre parejas de personas. Somos más felices con personas con calidez similar, y que tengan una personalidad muy similar a la nuestra.
Aunque el romanticismo, en la literatura, el cine y la cultura en general, haya insistido en el relato de que los polos opuestos se atraen y que serán, por tanto, felices para siempre, la realidad es justo la contraria y lo habitual es que los conflictos generados por personalidades opuestas sean insufribles.
Una persona introvertida es probable que sienta incomodidad compartiendo su vida con una persona extravertida que le exija alegría, optimismo, sociabilidad y mucha conversación, actitudes que para ésta no resultan naturales y que la harán sentir insegura. Lo mismo parece que le puede ocurrir a un perro de personalidad antagónica a la de su propietario. Estos datos plantean la necesidad de contrastar tests de personalidad de perros en adopción con sus posibles adoptantes.
No olvidemos que, en la mayoría de los caos, las mascotas se eligen y, además de las sensaciones que podamos tener, de ese feeling que también sentimos con las personas, es cierto que, a la hora de adoptar a un perro, solemos interesarnos en que sus hábitos encajen en nuestra forma de vida. Una persona deportista, por ejemplo, se decantará por un perro con el que pueda compartir actividades al aire libre. Por eso es importante que tomemos la decisión de adoptar una u otra mascota realizando un ejercicio de reflexión previa acerca de lo que vamos a requerir de ella y también de lo que nosotros podamos ofrecerle para que sienta a gusto con su nueva familia.
En la convivencia entre persona y mascota también irá influyendo el adiestramiento o educación que le demos y aquellas interacciones cotidianas que determinen nuestro estilo de vida. Con el tiempo, en cierto modo, los perros adoptan la personalidad de sus dueños a medida que se van adaptando a su costumbres.
Nuestra personalidad también puede influir en la conducta de nuestro perro. Concretamente se ha encontrado relación entre el trastorno de ansiedad por separación en el perro y que su propietario tenga una alta puntuación en neuroticismo, es decir, que sea una persona preocupada, insegura, ansiosa o temperamental. También se ha observado que los perros que conviven con personas neuróticas, tienen una conducta más agresiva con los humanos.
Perros parecidos a los dueños: la percepción
Diferentes estudios muestran que, en general, nosotros mismos percibimos a nuestros perros con una personalidad muy similar a la nuestra. Por ejemplo, las personas neuróticas consideran a sus perros muy neuróticos. Y también los familiares y amigos cercanos, que conocen a la persona y a su perro, perciben similitudes entre ellos a nivel de personalidad.
Animales que se parecen a sus dueños: afinidades
Las personas habitualmente sienten una preferencia, en gran modo excluyente, bien por los perros o bien por los gatos. Y se han establecido unas diferencias claras de personalidad entre las personas con una tendencia u otra.
Las “personas perro” son más extravertidas, responsables y amables, mientras que las “personas gato” puntúan más en neuroticismo y apertura a la experiencia.
Las “personas perro” se autodefinen leales, sinceras, amables, fiables, serviciales y con disposición al trabajo en equipo, características que encajan con rasgos habituales en los perros. Mientras que las “personas gato” se autodefinen más elegantes, sutiles, independientes, inteligentes, reflexivas y misteriosas. Es decir, justo como suelen comportarse los felinos.
Las “personas perro” buscan mascotas con poca hostilidad y alta sumisión. Y las “personas gato”, por su parte, buscan mascotas con mayor desapego, distantes, que muestren poca sumisión, que sean independientes.
Por tanto, podemos concluir que, efectivamente, hay una elevada probabilidad de que nuestro perro se parezca a nosotros, y viceversa, aunque, en realidad, esto se debe, en la mayoría de los casos, a esa afinidad que buscamos a la hora de relacionarnos, tanto con las personas, como también con nuestras mascotas.
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